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Qué necesitas

Dar el paso de pedir ayuda no siempre es una tarea fácil. A menudo, intentamos todo lo que está de nuestra mano para dar solución a lo que nos hace sufrir, sin éxito. Permite que una profesional externa a tu contexto te acompañe y aporte las estrategias para encontrar tu bienestar.

 

La terapia no es un signo de fracaso, la terapia es asumir que quieres cambiar tu situación, aunque ahora mismo no sepas cómo.

1  /  Atención Adulta

No es imprescindible atravesar acontecimientos vitales estresantes para estar sintiendo malestar emocional. Es en esos momentos, cuando no identificamos por qué nos sentimos así o por qué no me sé controlar, cuando más frecuentemente se suele iniciar un proceso de terapia. Algunos de los indicadores son:

- En el ámbito personal: disminución del autocuidado u ocio individual, alteración de la calidad del sueño, dificultad para respirar, taquicardia o desmotivación.

- En el ámbito familiar: conflictos con la familia de origen, sobrecarga por las tareas domésticas, irritabilidad con facilidad en la convivencia en casa, empeoramiento de la comunicación en pareja. Se incluye en esta categoría la ayuda a la crianza (< 6 años).

- En el ámbito laboral: sobrecarga mental por las funciones en el trabajo, pérdida de motivación laboral o dificultad para poner límites.

- En el ámbito social: disminución de ocio social, deficiente red de apoyos, dificultad para confiar y expresarse emocionalmente o inseguridad en los conflictos.

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2  \  Atención Infantil (6-12 años)

Admitir que nuestro hijo o hija tiene un problema emocional no es nada fácil, y en muchas ocasiones genera culpabilidad por no saber cómo ayudarle desde casa.

Si tenéis la sospecha de que pueda necesitar ayuda profesional, algunos de los signos que hacen saltar las alarmas son:

- En el ámbito personal: que el o la menor empiece a sentir dolor de cabeza o estómago/náuseas frecuentemente, dificultades para dormir en su cama, llanto descontrolado, miedos que antes no tenía o escapes cuando ya controlaba sus esfínteres.

- En el ámbito familiar: aumento significativo de rabietas, desobediencia, dificultad para aceptar las normas en casa o descontrol del consumo de tecnología.

- En el ámbito académico: rechazo para ir a clase, inatención, desmotivación o disminución del rendimiento escolar así como dificultad para tener un hábito de estudio.

- En el ámbito social: aumento de timidez, dificultad para hacer nuevos amigos, conflictos frecuentes con sus iguales, burlas o descontrol del enfado.

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3  \  Atención Adolescente (13-18 años)

En esta etapa madurativa, los padres y las madres dejan de ser el punto de apoyo y pasan a serlo sus iguales. Se trata de un periodo en el que los jóvenes desarrollan su identidad ligada a una imagen y su identidad dentro de un grupo de referencia. Esto en ocasiones complica la comunicación en casa, y por ende, la identificación de dificultades de salud mental:

- En el ámbito personal: disminución del apetito o descontrol con la comida, dificultad para dormir, comportamientos agresivos y conductas autolesivas, ideas de minusvaloración y pensamientos de muerte o rechazo hacia el propio cuerpo.

- En el ámbito familiar: aislamiento y rechazo familiar, conflictos y fuerte tensión en la comunicación, irritabilidad o faltas de respeto que dificultan la convivencia en casa.

- En el ámbito académico: problemas de concentración, disminución del rendimiento académico, desmotivación en los estudios, sobreexigencia académica, entre otros.

- En el ámbito social: rechazo a planes sociales y aislamiento, conflictos frecuentes o dificultad de adaptarse al grupo.

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¡No te quedes con dudas!

Puede que te estés preguntando si lo que te pasa a ti es motivo o no de consulta. Para solucionar tus dudas, te facilito una primera sesión gratuita

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